Como os decía la semana pasada, un viaje a Washington me cambió la vida. Si no leíste la primera parte, puedes encontrarla aquí. Ahí empieza la explicación sobre cómo conseguí vender mi primera empresa y encontrar mi pasión.

Estaba en un hotel en Washington, como os decía, en una conferencia de Empresa Familiar.

El hallazgo que mejoró mi vida

Una mañana, en un rato libre entre conferencias, di un paseo alrededor del hotel y acabé en la Union Station. Aunque en esa época ya me estaba alimentando muy bien y el Starbucks y sus muffins habían pasado a mejor vida decidí entrar, no sé muy bien por qué, a pedir algo. Al mirar el mostrador de bebidas, una me llamó la atención por encima  del resto. Era un zumo de verduras y frutas, de Evolution Fresh.

Se parecía mucho a los que yo me hacía para desayunar, era ecológico, y te ahorraba todo el coñazo de comprar, limpiar la fruta y verdura, pelar, licuar y limpiar la máquina. En España eso no existía. ¡Los zumos que eran una parte tan importante de mi vida se podían fabricar en serie y cambiar la vida de más personas! Ni me lo había planteado hasta ese momento. Mi cabeza empezó a dar vueltas y más vueltas, como un satélite en órbita, a cómo se podrían crear esos zumos tan sanos.

En el vuelo de vuelta, que fue justo al día siguiente de mi revelación, casi no pegué ojo escribiendo qué cosas se necesitarían para lanzar una empresa de zumos. Cómo sería el proceso productivo. Qué maquinaria se emplearía. Cómo gestionar la caducidad. Hice un mini business plan y la idea de empezar ese negocio me hacía latir el corazón con fuerza. Sin embargo, al llegar a Barcelona, choqué con la realidad de que no se puede lanzar una empresa cuando estás dirigiendo otra que ya te ocupa el 200% de tu tiempo.

Mi vida cambió con este hallazgo

No es fácil cambiar la rutina diaria

Caí en la rutina y dejé aparcado ese sueño de una mañana en Washington. Aparcado, pero no dormido. Todos los días leía sobre la recién descubierta Evolution Fresh, miraba videos de su fundador, que me inspiraba con su misión. Descubrí otras empresas, como Suja Juice, que también tenían historias similares e igualmente inspiradoras. Imagino que era un proceso de maduración necesario para ganar esas agallas que me faltaban y dar el salto al vacío. Al fin y al cabo, yo era socio de mi empresa. No era tan sencillo como decir que me iba y ya está.

Ese cúmulo de sentimientos me empujó a cada vez sentirme peor en el trabajo, repercutiendo sobre las relaciones con mis socios. Hasta que una noche no pude más y decidí que había que cambiar. No tenía ni idea de cómo se lo tomarían, pero dentro de mí sabía que si no daba ese paso, me arrepentiría toda la vida. El miedo que tenía era tremendo. Tan grande, que casi me lleva a la inacción. Por suerte, las ganas de empezar algo nuevo, el sentimiento de que estaba en el camino de lo que siempre había perseguido, eran más grandes. Mucho más grandes.

El momento de la verdad

La mañana siguiente, 13 de Febrero de 2015, les dije que me quería reunir con ellos y les conté toda la historia tal y como la habéis leído. En cierto modo, para los tres supuso una catarsis. Para mí, porque me quité un peso de encima. No sabía la respuesta todavía, pero había actuado como debía. Para ellos, porque tuvieron respuesta a mi extraño comportamiento de los últimos meses. Debido al malestar que tenía por no disfrutar con mi trabajo, había generado en mis socios la sensación de que me iba a ir. Era cierta, sin duda. Pero ellos pensaban que lo que quería era volverme a Valencia y hacerles la competencia. Nada más lejos de la realidad.

Cuando supieron que quería montar una empresa de zumos y alimentación saludable, llegar a un acuerdo fue muy fácil. Tenía y tengo una excelente relación con ellos. Hemos pasado muchas horas juntos, luchado por hacer crecer la empresa. Por eso, el aspecto económico no iba a suponer un impedimento. Pactamos unas condiciones de venta que, si todo iba como se esperaba, eran muy atractivas para ellos. Y, para mí, suponían tener el mínimo capital para vivir y empezar mi nuevo proyecto, de vuelta en la tierra que me vio nacer.

Que no te frenen las barreras mentales. ¡Sáltalas!

Las barreras mentales te pueden llevar a la inacción

Muchas veces, nos creamos películas en nuestra cabeza, barreras mentales, por las que nos convencemos de que algo será difícil de conseguir. Nos bloqueamos pensando que la otra parte no va a ceder. Que no hay salida posible. Lo que esa experiencia me enseñó es que, a veces, las cosas son más sencillas. Una sincera conversación bastó para cambiar el rumbo de mi vida. Si hubiese dejado que el miedo a lo desconocido, a tener que negociar mi salida, me atenazase, no habría encontrado mi sueño. O habría perdido años en la búsqueda y, seguramente, habría dañado relaciones por el camino.

No digo que sea fácil. Para mí, no lo fue. Ya has visto que fue un camino largo. Hubo sufrimiento. Hubo malestar. Pero al final, decidí actuar. Parafraseando a Tony Robbins, «es en los momentos de decisión cuando se forja tu destino». Si no decides, no creces. Si dejas de crecer, empiezas a morir.

En resumen, como puedes ver, desde que leí el libro que me hizo empezar la búsqueda de mi pasión hasta que cambié toda mi vida para dedicarme a ello, pasaron casi dos años. De hecho, fue todavía más, aunque eso es otra historia. El punto es que no tienes que desesperar. Según mi propia experiencia, si abres tu mente y te muestras receptivo e inquieto, todas las piezas del tablero empiezan a moverse y al final se presentan oportunidades que se podrían calificar como mágicas y te ponen en el camino que tienes que seguir. Solo tienes que estar atento y no desperdiciar cuando éstas aparezcan.

Encaja las piezas

Conectando los puntos

Si echo la vista atrás, puedo conectar fácilmente varios puntos que hacen obvio que me dedique a lo que me dedico:

Como dice Steve Jobs, «mucho de lo que me topé por simplemente seguir mi curiosidad e intuición, tuvo un valor incalculable más tarde. No puedes conectar los puntos mirando hacia el futuro, solo puedes conectarlos cuando echas la vista atrás. Tienes que creer que los puntos se conectarán de alguna manera en el futuro, tienes que creer en algo. Tu feeling, karma, destino, como lo quieras llamar. Porque creer que los puntos se unirán en algún momento del camino te dará la confianza para seguir a tu corazón, incluso cuando el camino sea muy diferente al que todos siguen. Y esa será la diferencia abismal en tu vida.

Si todavía no has leído la primera parte de esta historia, la tienes aquí.

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