Era una fría mañana de invierno pero el alboroto en el vecindario hacía que nadie siquiera reparase en la temperatura. El ruido ensordecedor de las sirenas de ambulancias y coches de policía acaparaba toda la atención de los habitantes de la barriada. Lejos en el futuro estaba la reflexión de vida que la mujer aprendería.

Nadie podía creer el rumor que empezaba a circular. Yanet (nombre ficticio) había matado a su hijo y se había intentado suicidar. Suena a tópico pero era la mujer que siempre saludaba con una sonrisa cuando te la cruzabas. Los que más relación tenían con ella sabían que el marido era un maltratador. Que ella había huído a su país en Latinoamérica hacía no mucho. Pero una artimaña de ese cabrón la había traído de vuelta. Hasta este fatal desenlace. Casi fatal. En uno de estos caprichos de la vida, fue el propio marido quien la encontró moribunda y avisó al 112. Se salvó, pero fue a la cárcel, claro.

La ¿asesina? y su reflexión

Esta historia me contaba un amigo hace poco y quiero usarla como reflexión de vida, con lo que incluiré luego. Una mujer maltratada. Un hijo muerto. Una familia destrozada. Y todos víctimas de sus circunstancias. No imagino todo el dolor que se causaron uno a otro.

La cárcel, el traslado y la carta

Lo que más me marcó (la historia es impactante pero quizá estamos anestesiados frente a este tipo de noticias que vemos casi a diario en la tele) fue un extracto de una carta de despedida que Yanet escribió y mi amigo me enseñó. Él acude casi cada Sábado a acompañar a presas en una cárcel. Cárcel donde ella es una de las inquilinas.

Nuestra triste protagonista, sin que ella supiera el motivo, iba a ser trasladada de una prisión a otra. No sé si llegáis a imaginarlo, pero cuando estás allí encerrada, que venga gente a visitarte cada semana, te trate como una persona normal, sin juzgarte, y te dedique su tiempo, es un regalo de valor incalculable. Por eso mismo, el dolor al tener que dejar atrás a esa gente, sin saber el nuevo destino, es todavía mayor.

Decía que reflexionaba sobre la historia de mi amigo y la comparaba con la gente a la que ayudo a cambiar de hábitos o con la mía propia cuando encuentro algún bache en el camino.

Sobre hábitos y presas

Cambiar de hábitos no es fácil. Al contrario, cuando durante años te has repetido a ti mismo determinadas historias sobre quién eres, cambiar esa identidad resulta complicado. Es un esfuerzo diario que requiere compromiso, además de unas determinadas pautas. No intentar demasiado, demasiado pronto. Ir asentando las ganancias conquistadas. Volver inmediatamente a la senda positiva si un día no cumples.

En mi vida me he sentido triste muchas veces. Cuando un negocio no salía bien. El enésimo fallo a uno mismo al no cumplir mis objetivos. El haber peleado con un amigo. Una relación fracasada por causas que se podían haber evitado. Algunos de esos baches han sido dolorosos. Seguro que tú has sufrido los tuyos y sabes tan bien como yo que, en ese momento, tu dolor parece lo más intenso que alguien puede sufrir. No estoy intentando disminuirlo. Sé lo que es sufrir y sé cómo se pasa.

Cómo afrontar el sufrimiento

Pero hay dos cosas que creo que pueden ayudar a relativizar. La primera, es una frase que Tony Robbins usa mucho:

La vida no nos sucede a nosotros, sino para nosotros

Con esto, se refiere a que todo lo que te pasa en la vida tiene una razón. Tienes dos opciones cuando afrontas un evento desgarrador. Pensar “¿por qué me ha sucedido esto a mí?” y entonces asumes el papel de víctima. O pensar “¿para qué me ha sucedido?”. En este segundo caso, tú eres quien tiene las riendas. Tú eres quien sabe que de todo eso sacarás un aprendizaje.

La segunda cosa, que es la que tiene que ver con la historia, es poner en perspectiva lo que ha sucedido. Como casi todos mis lectores, tienes la suerte de vivir en el mundo desarrollado. Tienes un trabajo, tienes familia. Tienes amigos. Párate a pensar si no tienes lo suficiente para ser feliz y para poder hacer lo que quieras de tu vida. Sé que hay veces que parece imposible. Pero piensa entonces en la mujer, cuyo hijo ha matado, confinada en una celda de la que no saldrá en los próximos 15 años.

¿De verdad crees, entonces, que no puedes sobreponerte a lo que te sucede y lograr cambiar para bien?

La reflexión de vida

Si aún tienes dudas, te dejo la reflexión de vida que hacía esta mujer en su carta, para que en cualquier momento de bajón puedas acudir a ella, pensar en todo lo que ha vivido y darte cuenta que, por tiempos malos que te vengan, estás mejor que muchos y solo tienes la opción de sobreponerte y seguir luchando.

“La vida no se da al morir ni en un gran acontecimiento, sino en el día a día en nuestra dedicación y vosotros (referido a las personas que iban a visitar a las presas) habéis dedicado tanto… […] Me duele mucho irme sin despedirme pero, bueno, así son las cosas. Aquí un día estás y otro te mandan a otra cárcel… […] No sé hacia dónde voy pero trataré de ser mejor persona y de servir a los demás en lo que pueda porque, al fin y al cabo, para eso estamos nosotros aquí y vosotros lo sabéis bien que lleváis años dando vuestro tiempo incondicionalmente.”

Si una persona privada de libertad, maltratada, sin hijo… puede pensar en mejorar y ayudar, ¿qué no vas a poder hacer tú, que lo tienes prácticamente todo? ¿Qué barreras no vas a ser capaz de superar? ¿Qué obstáculos te van a impedir convertirte en lo que de verdad quieres ser?

Ya te lo digo yo: NINGUNO

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