Encontrarte dinero en un bolsillo, sobre todo en estas fechas en las que rescatas abrigos del invierno anterior, es una sorpresa muy agradable. ¿A quién no le ha pasado?

Es algo con lo que no contabas y que te puede alegrar el día. Igual estabas justo a punto de salir de casa, sin muchas ganas de empezar el día de trabajo y, bum!, magia! Aparece ese billete.

Es un dinero que puedes aprovechar para hacer un regalo a alguien querido. Para donarlo. O para darte un capricho. Una oportunidad de hacer algo distinto. Que no se te vaya con tus típicos gastos del día a día.

Alguna vez fantaseé con esconder billetes en las chaquetas cuando el frío empezase a amainar para olvidarme de que estaban allí y alegrarme cuando los encontrase al invierno siguiente. Nunca lo hice, la verdad. Pero también porque tengo la suerte que mi mente despistada ya me da esos pequeños detalles de vez en cuando.

Encontrarte dinero en un bolsillo. Algo tan tonto y tan pequeño, pero que puede cambiar tu humor repentinamente.

¿Y si actuáramos más como si nos hubiésemos encontrado dinero de repente?

Es decir, y si todo nos sorprendiese así. Me encuentro un cielo bonito que no esperaba y me cambia el día.

Veo unos niños cruzando la calle y riendo y voy a mis memorias de niño para recordar esos tiempos felices y despreocupados.

Un perro que mueve la cola impulsivamente en señal de gozo cuando me cruzo con él podría alegrarme el día también.

Yo qué sé, hay millones de cosas diarias que pueden sorprenderte. ¿Sabes? Creo que la clave está en saber identificarlas y aprovecharlas para frenar un poco. Para romper ese patrón de pensamiento frenético.

Cuando trabajo con mis clientes de coaching, una de las cosas que más resultado da es ayudarles a identificar cuando entran en una espiral de pensamiento negativo. Siempre es inconsciente, claro.

A veces, pasa incluso cuando les pregunto que imaginen su vida ideal. Empiezan contando sus sueños. Viajes, pareja, dinero, ayudar a otros. Lo que sea. Para, sin ellos darse cuenta, empezar a decir «ya, pero vaya situación en la que estoy.»»En el trabajo siempre me pasa eso».»Eso no podría ser porque mira qué sucedió en tal momento».

En esos momentos en los que su mente se desvía y va a lo negativo (y es normal, porque nuestro cerebro está programado para ello), les corto y les redirijo a esa vida ideal que creaban. Y les enseño a hacer lo mismo cuando vean que su mente divaga.

Por eso, podemos aprovechar cualquier cosa inesperada que apreciemos para admirarla. Y para cortar un patrón de pensamientos de preocupación que podamos tener. Que nos haga frenar un poco esa cabeza que va de problema-solución a problema-solución.

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